Marzo de 2017

Marzo de 2017

Por Antonio Travieso

Hay momentos en que uno siente que Chaplin tenía razón cuando jugaba con un globo terráqueo.

El cine interpreta la realidad, mejor que la realidad misma. La literatura adelanta desastres y a veces suena como una profecía autocumplida.

En ese contexto releemos nuestros trabajos de hace medio siglo y llegamos a la conclusión  de que somos optimistas sin remedio. En nuestros trabajos nos referíamos a conceptos que hoy podrían ser materia de estudio de libros de psicología. 

Adherimos a la globalización, a la lucha por el derecho en las relaciones internacionales, en la concordia, la paz y el desarrollo por  el derecho, el ajuste de las controversias internacionales y en especial los derechos humanos.

Sin embargo ese no es el mensaje que recibimos. Presidentes desaforados que reniegan de la paz, rearman, expulsan trabajadores desisten de políticas de protección del ambiente, de protección médica  y firman decretos en el marco de un inusual histrionismo. En otras latitudes se asesinan a parientes de un jerarca a la vista de todos, mientras el  tirano pulsa el botón de nuevos misiles.

¿Siempre se dijo que los pueblos no se equivocan? ¿Es un error considerarlo?

En estos momentos dentro del esfuerzo que se está desarrollando en la Argentina, podemos abrigar una dosis de optimismo.

Desde el sur  viene un aire fresco. Debemos tener confianza, aun con el riesgo de pecar por ingenuos.