El apasionante desafío de acercar el derecho a la tecnología (Versión 2021)

Decíamos hace casi quince años, al inaugurar el 14 de febrero 2007 el Suplemente de Derecho de la Alta Tecnología que “el Derecho es suficientemente complejo ya de por sí cuando estamos tratando con propiedades bien conocidas (documentos escritos en papel, con firma autógrafa, en base a tipos legales definidos, etc.) y el salto al gran vacío que nos propone la Alta Tecnología se presenta como un borroso mundo de computadoras interconectadas entre sí, sin precedentes valederos ni experiencia suficiente para dar opiniones con un grado de certeza por lo menos aceptable dentro de lo prudente Esta situación ha puesto a muchos en guardia y ha obligado a pensar en una normativa que deba seguir ciertas pautas lógicas conformando nuestras actuales concepciones de realidad, siendo cuidadosos pero sin olvidar que el "ciber-espacio" es meramente una extensión de nuestras fronteras físicas.” [1]

Detrás de cada terminal de computación, a cargo de emitir cada comando, se halla simplemente otra persona, y todos nosotros estamos sujetos a las leyes de la Tierra. Mientras legisladores y tribunales luchan por mantenerse a tono con la tecnología, la precaución y el sentido común deberían ser nuestros principios de guía, y en esa tarea no debe estar ajena la Universidad. Una cosa es "universalidad de conocimientos" o mera "informatización", para lo cual nos servimos de computadoras y otra diversa es "universalidad del conocimiento" que consiste en encontrar lo verdadero y saber otorgar un sentido a lo poco o mucho que se sepa.

Y en estos quince años muchas cosas han pasado, y hoy convivimos con una generación de abogados para quien ya no sólo las computadoras y los teléfonos inteligentes son algo tan connatural como las redes sociales y la inteligencia artificial, que a pasos agigantados va perfilando su poderío para enseñarnos a mejorar los tiempos en temas que las máquinas no pueden suplirnos, como ser valorar lo justo de cada uno, o sea el Derecho.

Por ello en esta segunda etapa del Suplemento cambiamos el nombre por el de Nuevas Tecnologías e Inteligencia Artificial remarcando así su importancia, como dijéramos en nuestra primera Editorial, “no cabe duda que ello genera un apasionante desafío a los juristas” y este Suplemento que hoy sale a la luz, con esta nueva presentación, forma parte de ese desafío.